jueves, 13 de enero de 2011

Una visita en nochebuena


El timbre sonó puntualmente, a las 11 de la noche. Alberto José abrió la puerta con un ligero temblor en las piernas. En el portal de la casa, una mujer joven cubierta con un opulento abrigo de visón y los labios pintados de un rojo brillante.

“Qué hermosa”, musitó él. Con un gesto la invitó a pasar y ella obedeció sin mediar palabra. Nada más traspasar el umbral de la puerta, la mujer se quitó de forma teatral el abrigo, dejando a la vista un cortísimo vestido de color rojo y adornos blancos en los ribetes, similar a un disfraz de “papá noel”.

- Feliz navidad, guapo -, le dijo, y dejó que él la mirara con aprobación.
- Temí que no vinieras. Temí que todo esto te pareciera una locura. Pero aquí estás, por fin en mis brazos… - dijo, acercándose tímidamente a ella y le llegó su olor, dulce y excitante - Qué bellos tus ojos a la luz de las velas. – Le cogió la mano y la llevó ante un aparador lleno de regalos envueltos de una forma elegante-. Mira, cariño: todo esto es para ti… todo lo que te gusta está en esas cajas. No he reparado en gastos. Para ti, reina mía.
- Pero yo no te he traído nada. Sólo … mi amor.
- Tu amor, que es lo que más anhelo. Y tu preciosa sonrisa, con la que he soñado cada noche de mi vida.

Ella reparó entonces en que estaban bajo el muérdago y aproximándose a él con un movimiento felino le dijo:

- Calla y bésame, amor mío. Es la magia del muérdago y estamos en nochebuena. Todo es perfecto para nosotros.

Se besaron suavemente, demorándose en el tacto de sus labios. Él la abrazó con delicadeza sintiendo su cuerpo menudo y caliente, el suave cabello que le rozaba la cara. Después el ritmo de sus besos se hizo más intenso. Besos cada vez más húmedos, incluso feroces. El deseo se encendió en ellos como una breve luz que al encenderse apenas es tenue pero después se vuelve más y más incandescente hasta que llega a cegar. Y en un arrebato de lujuria, el vestido cayó al suelo como una hoja suave dejando al descubierto el hermoso cuerpo de la mujer joven. Alberto José, que estaba totalmente vestido con traje y corbata, no pudo resistir su encanto y la guió hasta la alcoba donde una inmensa cama con sábanas negras de fresco raso los esperaba.

Tras el amor, él se tumbó feliz mirando a la mujer, que fumaba un cigarrillo que olía a chocolate. Acarició su pelo diciéndole repetidamente “eres preciosa”. Ella le miró sonriente y tranquila, dejándose acariciar.

- ¿Qué hora es? –, le preguntó, como si de repente hubiera despertado de un sueño.
- Casi las dos – respondió él con un gesto triste.
- Pues me tengo que ir ya –dijo ella, haciendo ademán de incorporarse.
- Quédate un poco más, por favor.
- Es que no puedo quedarme más tiempo del convenido. Tengo más clientes.
- Ya entiendo…

Cabizbajo, él se levantó de la cama y le tendió un abultado sobre que había sacado de un cajón de la mesita.

- ¿Está lo que acordamos por teléfono? – preguntó ella, ya vestida con el traje rojo.
- Por supuesto … cuéntalo, si quieres.

Ella ojeó el sobre y pasó los dedos por el borde de los billetes.

- ¿Y los regalos?
- Son de pega, lo siento.

Ella se encogió de hombros. Fue al cuarto de baño, se ajustó las medias en el liguero y se compuso el maquillaje. Él se quedó en la alcoba, sin atreverse a mirarla. Pero al despedirse, la acompañó hasta el vestíbulo y le ayudó a ponerse su abrigo de visón falso. Cuando la chica abrió la puerta, le preguntó:

- ¿Cómo te llamas?
- Natalia.
- Natalia … qué bonito nombre. Te recordaré como una de mis mejores nochebuenas, Natalia. Bon natal. Gracias por todo.
- De nada, guapo. Ya sabes dónde encontrarme, si me necesitas.

Y la sensual Natalia, como un milagro en la noche, desapareció en el ascensor sobre sus zapatos rojos de tacón de aguja. Había dejado en el piso del hombre solitario un olor distinto que él trató de olvidar tomándose la segunda pastilla de aquella noche.

*** * ***


((Un relato escrito a propuesta de Alicia, para nuestro club de escritura, que pedía que imitáramos a Corín Tellado. Inspirada en la ilustración. Jack Vettriano, por supuesto))


4 comentarios:

Pepi dijo...

Pues no creo que Corin Tellado tuviera este arte tuyo escribiendo novela romántica. Me gusta y yo no soy mucho de este género, me empalaga un poco. Besos.

Diente de león タンポポ dijo...

Jejeje, gracias, Pepi. A mí tampoco me gusta la novela romántica pero quizás entonces alguna que otra leyera, no te digo que no.

Un beso ;-)

Anónimo dijo...

Está muy bien, hay que ser romántica de vez en cuando.
Un besito.
Alicia.

yguana rosa dijo...

Me gusta. Sí.

Mas no se me hace romántica...Es más de una linea cruda y objetal...No sé. Venga que mi idea de romantísismo es otra... :)

¡Felicidades, guapa!

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