viernes, 11 de septiembre de 2015

Entrega de premios del Tercer Certamen de Microrrelato de Feria

En mitad de la Feria, nadie se cansa de oir hablar de la Feria. Sobre todo después de que este es el tercer año consecutivo en que el club de escritura la Biblioteca convoca su certamen de microrrelato de feria. Ha sido este jueves 10 de septiembre, cuando se han entregado los premios, en el Ateneo de Albacete.
 
Buena literatura y amigos. Y es que encontrarse con amigos es un lujo que tiene esta ciudad tan pequeña pero con tantos escritores, sobre todo cuando abres una plica y lees que el ganador es una persona que admiras. Al escuchar los microrrelatos, leídos por sus autores o por las compañeras del club de escritura, te das cuenta de que nuestra Feria nunca se acaba. Y que tiene tantos matices que cada relato te puede llevar a un aspecto distinto de la misma feria y sin embargo, sigue teniendo su esencia. Pero lo mejor, es vivirla.
 
Al acabar el acto, nos hacemos una foto de todo el grupo. Un año más. Tanto trabajo y nervios y preparativos y ... qué pronto ha pasado. Ahora nos toca celebrarlo. Porque hemos trabajado mucho, sobre todo nuestra presidenta, Nieves, que siempre vela para que todo salga perfecto. Las entradas en el blog, la publicación digital de los micros ... información de calidad para que nuestro blog llegue a todas partes.
 
Deseando que este concurso vaya a más, que superemos el reto de este año, con 159 trabajos presentados... Aún no ha acabado la feria, así que, un aviso a nuestros escritores: id acumulando inspiración, vivencias, sueños y anécdotas. Afilad el ingenio: el año que viene podéis ser los ganadores de nuestro certamen.
 
Y sobre todo, en relación a éste, enhorabuena a los ganadores, Elías Rovira Gil, primer premio y José Mª Rodríguez Matarredona, segundo premio, y a los diez finalistas. Muchas gracias a todos y sigamos disfrutando de la Feria.
 
Toda la información sobre el Tercer Certamen de Microrrelato de Feria en este enlace al blog del club.

lunes, 7 de septiembre de 2015

10 damas de las letras, según La Tribuna

 
Hay días que una abre el periódico y se siente importante. Es inevitable, sobre todo cuando ve que un grupo donde lleva metida unos cuantos años sale en letras tan grandes en un artículo de la prensa local. 10 damas de las letras, nada menos. Es halagador, aunque detrás de ello hay trabajo y voluntad y ganas ... si se consigue no lo sé, pero al menos hoy el café me lo he tomado con una sonrisa.


 
 
Las 10 "damas de las letras"
I.M. - lunes, 7 de septiembre de 2015

De unos años acá, en una sala de la quinta planta de la Biblioteca Pública del Estado en Albacete, se reúne en miércoles alternos un club de escritura. Su nombre es ‘La Biblioteca’, y sus miembros actuales son 10 mujeres. Son Nieves Jurado Martínez que es, por otra parte, la presidenta, Paula Martínez Ruiz, Teresa Sandoval Parrado, Antonia Sánchez Verdejo, Ana Sofía De Gregorio Moro, Gracia Aguilar Bañón, Diana Disavoia Kuchta, Trinidad Alicia García Vaquero, Marga Moreno López-Solórzano y María José Arenas Tébar.

 No obstante, «por pura casualidad -señala la presidenta, Nieves Jurado- somos todas mujeres pues hombres también los hubo en su día». Estas 10 mujeres en el día a día son psicólogas, enfermeras, maestras o abogadas. Las hay que están trabajando en estos momentos, pero también las hay que están en el paro y todas ellas son, además, escritoras por vocación. La mayoría redactan relatos, pero también varias son poetisas y una es escritora de haikus. En posesión de varios premios literarios, algunos de los títulos que hay detrás de estas 10 ‘damas de las letras’ son los siguientes: Jana y el misterio de los libros secretos (Nieves Jurado Martínez); De mil poemas e Intimidades (Trinidad Alicia García Vaquero); El viaje de Tomás y Un mes en el paraíso (Gracia Aguilar Bañón) y Crisis de oruga (Paula Martínez Ruiz). Luego está la producción conjunta.

 El club ‘La Biblioteca’ echó a andar en los talleres de escritura que organizaba la Universidad Popular, entre las clases de narrativa que impartía la periodista Rosa Villada y otras de poesía que ofrecía Arturo Tendero, recuerda la presidenta. Allí coincidieron los fundadores y así surgió en el año 2007 la idea de seguir juntándose para seguir hablando de literatura y continuar escribiendo.
Además, dado que más de uno eran igualmente miembros de los clubs de lectura que tiene la Biblioteca Pública del Estado en la capital, se optó, previo permiso de su director, Juan Manuel de la Cruz Muñoz, no sólo por constituir allí el club sino también por fijar allí sus reuniones. Ese punto de encuentro en el que se ponen al día, dan a a conocer sus trabajos, comparten sus experiencias y se ponen los deberes a hacer como escritoras y como club, comenta Nieves Jurado.
Y es que, además, de la producción literaria conjunta y de tener una participación activa en lecturas promovidas por la biblioteca, este club toma parte en recitales de relato y organiza los suyos propios. Los dos últimos tuvieron lugar el pasado 10 de marzo y el 17 de mayo, respectivamente, y ambos fueron en el pub-librería ‘La Luna’. En el primero las escritoras se metieron en la piel de una mujer que admiraban para contar relatos de ficción, en el segundo, en Más que palabras, nueve de ellas leyeron 17 historias breves.

‘Sucedió en Feria’. Asimismo suya es también la organización de un certamen de microrrelatos, que lleva por nombre ‘Sucedió en la Feria’, y que ese año ha alcanzado su tercera edición con una participación de 159 trabajos procedentes de todos los rincones del país. Se entregan dos premios, uno de 200 euros y otro de 100 euros, respectivamente, y se seleccionan 10 finalistas. El jurado ya ha fallado y el primer premio se ha ido para el albacetense, Elías Rovira, por Sin tratamiento, y el segundo para José María Rodríguez de la localidad madrileña de Aranjuez, por El cigarro. La entrega será este jueves en el Ateneo a partir de las 19,30 horas. Es de entrada libre y en el mismo se dará lectura a los relatos ganadores, así como de los 10 que han quedado como finalistas y cuyos autores son de Málaga, la capital albacetense (cuatro de los 10), Barcelona, Cullar Vega (Granada), Jaca (Huesca), Madrid y Salamanca. Con estos 12 trabajos, al igual que se hizo en las dos ediciones anteriores, se hará la correspondiente publicación pero digital.

Publicaciones. No obstante, a estas tres publicaciones digitales hay sumar las que el club de escritura ‘La Biblioteca’ ha hecho en papel: dos antologías y varios folletos de relatos, en concreto, tres. Los antologías son, por un lado, Segundas intenciones que, con prólogo de Alberto López Aroca, ofrece 15 relatos diferentes escritos por otros tanto autores y en los que nada o casi nada se parece por ello su título. Y, por otro, 12 miradas, un libro que nació sin fines comerciales y su tirada íntegra fue donada a todas las bibliotecas públicas de la provincia. Los folletos son tres y sus títulos son Relatos para otra Navidad (su primera publicación), Mujeres entre líneas y Relatos y poemas.
Actualmente este club de escritura está formado por 10 mujeres, pero desde su constitución, el 10 de octubre del 2007, hasta la fecha han pasado por él otros escritores como Miguel Ángel Molina, Inmaculada Belda y otros.

martes, 1 de septiembre de 2015

"Al fondo del pasillo", en la BPE de Albacete


Al inicio de este verano que ya termina, presenté un relato en la BPE de Albacete, para su edición de "Relatos de verano 2015". En él están unidos mi amor por los libros, la biblioteca y mi autor favorito, Ray  Bradbury.

Espero que este cóctel deje un poso amable en quien lo lea.

En la página del Facebook de la Biblioteca: Al fondo del pasillo

***

  "Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos." Ray Bradbury

AL FONDO DEL PASILLO

Por Toñi Sánchez Verdejo

Como soy mala estudiante, todos los veranos me toca recuperar alguna asignatura en los exámenes de septiembre. Y como en casa me distraigo con una mosca, voy a estudiar a la biblioteca. Allí paso tres o cuatro horas seguidas sentada, intentando centrarme en apuntes, pero acabo abusando del whasap y hablando con los que tengo a mi alrededor. Cuando se acaba la batería del móvil y los demás no me hacen caso, me dedico a observar a la gente. Los que entran, los que salen, los que estudian subrayando los apuntes como si les fuera la vida en ello, los que dejan la carpeta y se marchan a comer pipas a la calle y no vuelven a aparecer.Pero los más interesantes son los bibliotecarios. Rodeados de libros, atienden a la gente con amabilidad. Te ayudan a encontrar libros, te dan un papel con la clave del WIFI, te asignan un ordenador para una breve consulta... Normalmente actúan como si no nos vieran a los de las mesas, pero cuando el parloteo se hace más y más intenso, nos miran con expresión enojada y nos chistan. El silencio se impone. Un silencio que reclama ser ocupado con palabras, aunque de momento nadie se atreva a abrir la boca. Pasado un tiempo, el murmullo vuelve como las abejas a las flores y entre zumbidos y chistidos, pasa la mañana.De vez en cuando salen de la sala cargados con montones de libros. Yo me imagino que hay un ogro lector, en otra sala, que los reclama, con su babero de lector voraz alrededor del cuello gritándoles: “Más, más libros”. Algunas veces entran con otros libros diferentes, que van clasificando en estanterías, siguiendo ese código de números y letras que sólo ellos entienden. Los bibliotecarios siempre están haciendo algo y verlos trabajar me relaja, aunque yo no dé ni palo al agua.

Así eran mis mañanas hasta que un día vi salir a una bibliotecaria de un lugar en el que nunca me había fijado. En la puerta ponía “Prohibida la entrada. Sólo personal autorizado”. Puse la mano en el pomo y la puerta cedió. Qué oportunidad para aliviar mi aburrimiento y saciar mi curiosidad, pensé (en realidad, lo que me dije fue: “vaya, vaya…”), así que miré a ambos lados, giré el pomo y entré rápidamente. La puerta daba a un estrecho pasillo, oscuro y largo, que olía a papel quemado. Al fondo se veía luz amarillenta como la del atardecer. Vacilé mientras caminaba, maquinando la excusa que daría si encontraba a alguien allí, pero cuando llegué al final del pasillo, mis ojos se abrieron con asombro y ya no pensé en nada. Me encontraba ante una biblioteca antigua, enorme y atiborrada de libros, cuyas paredes ascendían hacia el infinito. En lo que podía ser el techo se adivinaba una claraboya con luz solar. Los libros estaban colocados en estanterías de madera carcomida y, por extraño que parezca, algunos flotaban en la densa atmósfera, como mariposas o fantasmas, unos cerrados y otros mostrando sus hojas. Cogí uno de aquellos libros. No pesaba apenas y las letras se encontraban desdibujadas, sin permitirme leer el título o saber qué libro era.

- Tú no deberías estar aquí, - me dijo alguien, tocando mi hombro y dándome un susto de muerte – pero me caes bien. Hace tiempo que te conozco.

Me volví con estupor y vi a a una mujer con aspecto desagradable, alta y huesuda. Se parecía vagamente a una portera que había en la casa de mis abuelos y que murió hace unos años. Su rostro no expresaba nada. Sus ojos eran fríos y casi transparentes y me miraban sin interés.

- Soy Ignorancia ¿me reconoces? Nos hemos visto muchas veces a lo largo de tu vida. Hace un momento, cuando no has querido seguir estudiando, estaba contigo. Suelo acompañarte, aunque no te des cuenta, cuando pierdes el tiempo en la biblioteca ajena a toda la sabiduría que encierran sus libros. Suspendes todos los años, no te gusta leer y desprecias la cultura. ¡Eres perfecta para mí!

Me sentí incapaz de decir una palabra. Detrás de ella se asomaba con timidez un pequeño ser con aspecto triste. Sus ojeras y su mirada perdida daban lástima. Alargó el cuello, como una tortuga, para mirarme.

- Él es Olvido. No siempre vamos juntos, pero es de gran ayuda, pues gracias a él se hace más grande mi casa.

- ¿Esta es tu casa?, le pregunté, balbuceando.

- Bueno, es una de mis casas. Aquí se guardan los libros que nadie lee. Los libros que la gente ha dejado de sacar de las bibliotecas. Por un tiempo, mantienen su dignidad, su forma de libro. Pero luego sus páginas se van llenando de polvo, la luz los quema y se van haciendo cada vez más etéreos hasta que desaparecen.

El libro que tenía en mis manos me pareció un poco más pesado. Inesperadamente, pude leer el título: “Farenheit 451”. Del autor sólo se veía el nombre de pila: Ray. Sentí ganas de abrirlo y leer unas palabras, pero éste empezó a desvanecerse, porque Ignorancia había puesto su mirada sobre él.

- Es una fiesta cuando un libro como ése empieza a flotar. Déjalo libre. Observa su vuelo, cada vez más liviano. Su autor ha muerto ya y este no tardará en desaparecer ¿verdad, Olvido?

Su carcajada era horrible. El pobre personaje tembló y mientras se escondía detrás de la mujer, yo aproveché para huir por el largo pasillo. Rogué para que la puerta estuviera abierta. Lo estaba. Entré resoplando en la sala fresca que hacía un rato había abandonado.

- ¿Es que no sabes leer? ¿Qué hacías ahí dentro?

Me había pillado nada menos que el director de la biblioteca. Sus palabras sonaban más como reprimenda que como pregunta, así que huí diciendo que me había equivocado de puerta. Mi corazón latía tan rápido … Bajé al hall, saqué una coca cola de la máquina y mientras bebía, traté de buscar un sentido a todo aquello. Cuando recuperé la calma, me dirigí a la sala de préstamo.

- Busco un libro que se titula algo así como “Farenheit” y unos números, pero no recuerdo el autor.

La chica miró en la base de datos y al final lo localizó:

- “Farenheit 451”, de Ray Bradbury. Está en el depósito. Voy a buscártelo.

Yo temí que se dirigiera a “la puerta”, pero ella simplemente hizo una llamada y por el montacargas llegó el libro. Era el mismo que había visto en la extraña biblioteca. O quizás no, pero sentí alivio al abrirlo y leer la primera frase: “Constituía un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados...” Este no va a desaparecer hoy, me dije.

Desde aquel día, sigo pasando mucho tiempo en la biblioteca. El curso avanza rápidamente, así que hay que aprovechar el tiempo: me centro en el estudio y si alguien habla cerca de mí no le hago caso. De vez en cuando saco algún libro. He descubierto que me gusta la lectura. Leo novelas de ciencia ficción y también, algunas veces, de poesía.

En cuanto a mi experiencia al fondo del pasillo, cuando se la conté a mis amigas, no me tomaron en serio. Y también me dijeron que tengo mucha imaginación. No me cree nadie, así que he decidido contar mi historia como si fuera un relato de verano porque debéis saber que los libros que no se leen se guardan en una enorme biblioteca, al fondo del pasillo y, cuando pasa un tiempo, desaparecen.

No recuerdo muy bien dónde estaba aquella puerta; quizás hayan hecho cambios en la sala o hay un cartel encima de ella. El caso es que no la encuentro y no me preocupa en absoluto. Lo que sí me importa es transmitiros este mensaje: por favor, leed todos los libros que podáis. No vamos a dejar que Ignorancia y Olvido se salgan con la suya ¿verdad? Y en definitiva, leer es un placer.

 

 

Una gata curiosa a veces reflexiona

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El gato de Cheshire...

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¿Alguien ha visto mi ratón?

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Si un perro salta a tu regazo es porque te aprecia...

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Dientes de león desde 7 de septiembre de 2010

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